top of page

Hiperconectividad: la herramienta que nosotros debemos dominar y no a la inversa.

Actualizado: 24 ago

ree

En las últimas décadas la tecnología ha transformado nuestras vidas de manera que apenas podíamos imaginar. Los teléfonos inteligentes, las redes sociales y plataformas digitales se han convertido en extensiones de nosotros mismos abriéndonos a un mundo de posibilidades. Gracias a ello podemos comunicarnos al instante con una persona en otro continente, encontrar a nuestra media naranja, trabajar de manera remota, capacitarnos con un solo clic y hasta construir un currículum a través del contenido que compartimos.


Sin embargo, el problema surge cuando olvidamos que toda esta tecnología no es un fin en sí misma, sino una herramienta. Es entonces cuando la delgada línea entre utilidad y dependencia se vuelve borrosa.


Nos sucede a diario, casi por inercia. Reunidos con alguien en un momento de calidad y conexión real, de repente, sin que el teléfono suene o vibre, lo levantamos de la mesa. Al desbloquearlo, nos encontramos con notificaciones que parecen inofensivas: una foto, un video divertido o una noticia curiosa. Entramos y, sin darnos cuenta, el tiempo comienza a esfumarse y nuestra real presencia a desvanecerse.


Los algoritmos están diseñados para captar nuestra atención, para mantenernos dentro de su ecosistema el mayor tiempo posible. No es casualidad; es el resultado de un diseño inteligente que nos ofrece contenido de nuestro interés.


El verdadero conflicto aparece cuando esta inmersión nos roba tiempo. Al hacerlo nos está quitando la oportunidad de disfrutar de lo que realmente amamos: una conversación, una tarde de ocio sin distracciones, el avance en un proyecto personal o simplemente el goce de la soledad entendiendo a ésta como el mayor motor para la creación.


¿Significa que debemos dejar de usar la tecnología? ¡Por supuesto que no! Su valor es innegable. Podemos seguir utilizándola para todo lo nombrado antes. La reflexión es otra: debemos tener claro que la tecnología es nuestra herramienta, y no convertirnos nosotros en la herramienta de la tecnología. Retomar el control de nuestro tiempo y decidir cuándo, cómo y por qué nos conectamos, para que la pantalla no nos desconecte de lo que verdaderamente importa, nuestra vida y la de quienes amamos.


PD: como siempre digo, toma lo que te sirva y el resto desliza. Estos artículos son de opinión.

 
 
bottom of page